El
ejemplo más conocido de estas artesanías son los alebrijes. Llenos de brillantes colores, a veces
elaborados en cartón y otras en madera, combinando figuras de distintos
animales en un solo cuerpo, así son los alebrijes, artesanías que se hacen a
mano y que provienen de los sueños de Pedro Linares López.

En
1936 a la edad de 30 años, Pedro cayó enfermo y estuvo inconsciente, mientras
dormía soñó que se encontraba en un bosque apacible, en el que de pronto las
rocas, las nubes y todo lo que lo rodeaba se convertía en seres extraños: un
gallo con cuernos, un burro con alas, un león con cabeza de águila, en general
las criaturas que veía en su sueño febril tenían colores brillantes, alas, cuernos,
colas, dientes amenazadores y ojos que parecía que se saldrían de sus cuencas,
todos ellos gritaban la palabra "alebrije", una palabra que en ese
momento no significaba nada, pero poco después le dio nombre a esta artesanía
mexicana del siglo XX, que posteriormente Oaxaca también adoptó y comenzó a
elaborarlos como una artesanía local.
Los
alebrijes se popularizaron gracias al documental que sobre Pedro Linares
realizara Judith Bronowski en 1975. Como cartonero Pedro Linares López trabajó
para figuras del medio artístico como Diego Rivera o Frida Kahlo, se
especializaba en hacer "judas" de cartón para la Quema de Judas que
se sigue haciendo en muchos lugares de México durante la semana santa, también
hacía piñatas y máscaras para el carnaval.

Existe la creencia de que los alebrijes
pueden cuidar los hogares al "espantar" a los malos espíritus,
especialmente aquellos alebrijes con un aspecto más "monstruoso",
serían los más indicados para llevar a cabo este cometido, lo que sí es que a
pesar de haber salido del sueño de Pedro Linares, no surgieron de la nada, ya
que la cultura mexicana está llena de imágenes e influencias tanto de la
cultura china, como de la cultura gótica, e incluso siempre ha habido quienes
le ponen cara a la muerte, o a la calaca, e incluso hacen ilustraciones o
dibujos más macabros, tal como hiciera en su época José Guadalupe Posadas.

Aunque Pedro Linares era originario de
la Ciudad de México, hay un poblado en Oaxaca llamado San Martín Tilcajete
donde se da vida a estos animales fantásticos a través de la talla en madera, y
donde son decorados con motivos de la mitología zapoteca, donde se piensa que
cada ser humano que nace viene acompañado de un animal que lo guiará durante su
vida, denominado nahual, esos nahuales han tomado el nombre "moderno"
de alebrijes, y aquí se ha continuado con la tradición comenzada por Pedro
Linares.
En
la década de los setenta en esta comunidad se inició esta tradición que se ha
convertido en una de las más demandadas en el mercado de productos artesanales,
así como la primordial fuente de ingresos económicos para los integrantes del
lugar.
Al preguntar
a los artesanos cuando comenzó esta actividad señalan que el tallado en copal
era una práctica conocida y común desde tiempo atrás, porque con esta madera se
hacían figuras y juguetes para los niños.
Para
la talla de estas delicadas figuras se utiliza madera de copal que es muy suave
y fácil de manejar, para teñirla se utilizan pigmentos naturales como la ceniza
del copal, el bicarbonato, la cal y la miel, los detalles se ponen con añil,
huitlacoche o cochinilla para dar esos vivos colores que los caracterizan y
dependiendo del tamaño del alebrije será el tiempo que dure su elaboración,
desde algunas semanas hasta años.
Los
alebrijes se venden muy bien en nuestro país, pero también en el extranjero,
las familias de San Martín Tilcajete cuentan que han llevado sus tallas en
madera a lugares tan distantes como los Estados Unidos, Canadá o Alemania.
Estos
monstruos sacados de un sueño, han sido reproducidos, pero también son cada vez
más los artesanos que sacan de su propia inventiva otras figuras que combinan
partes de varios animales en un solo cuerpo, y luego están también las figuras
adoptadas y adaptadas de otras culturas como los dragones, los marcianos,
animales del mar entre otros.
Fuente
digitográfica: